“El presente perfecto”: la cámara telescópica de Patricio Guzmán en <i>Nostalgia de la luz</i> (2010)

Resumen

Pieza clave de la reflexión cinematográfica sobre la memoria histórica del "maestro" del documental chileno, Patricio Guzmán, es su penúltimo documental, Nostalgia de la luz (2010). En este filme los crímenes contra la humanidad cometidos por el régimen de Augusto Pinochet se tornan en escenario para re-pensar el proyecto de memoria histórica chileno desde la innovación estética del género documental.
El presente artículo examina Nostalgia como artefacto contemporáneo de la memoria que logra difuminar los límites del medio cinematográfico a través de una gramática audiovisual meta-narrativa que arremete contra la amnesia de la narración historicista. Propongo que, con la centralidad de la metalepsis, Guzmán pone en marcha una aproximación fenomenológica de doble filo que re-orienta el género del documental de la memoria histórica: por un lado, con la fenomenología entre la imagen en movimiento y espectador; por el otro, entre la aparición del cosmos material y cineasta. Mientras que el director codifica una nueva orientación espacio-temporal personal hacia el cosmos material guiada por la escuela de la Gran Historia (Big History), apela a la respuesta afectiva y ética del espectador a la imagen en movimiento. El axis de esta doble maniobra es la meta-narratividad de la metalepsis, articulada a base del dispositivo fílmico que Malin Walhberg acuña como “frame-breaking events”, es decir, eventos que rompen el encuadre/marco. Los tres “frame-breaking events” principales del filme—el paralelismo entre cámara y telescopio, el montaje fotogénico y el desierto de Atacama como cronotopo—funcionan como vehículo para delinear una innovadora “ars poética” sobre el género documental que reformule la política de memoria histórica. Argumento que el enunciado de Nostalgia, es decir, el marco temporal que plantea Guzmán para construir una narración histórica alternativa que re-oriente el “archivo de la memoria" es un “presente perfecto” que se redobla así mismo por el mero acto de ser visto y se perpetúa infinitamente si logra concienciar al espectador.